Fundaciòn MÍtica de Arequipa [i]
Cesar Delgado Díaz del Olmo [ii]
Hay dos leyendas referidas al origen de la población y del nombre de Arequipa. Según la primera, uno de los reyes Incas, pasando por este valle con numerosos ejércitos pidieron a sus capitanes en nombre de muchos indios, que aficionados al país deseaban fundar aquí una población, que les diese licencia para fundar y quedarse aquí; y su Rey les respondió Are quepay. Esta bien, quedáos; ya esta devoción se le quedó el nombre al pueblo, que hoy llamamos Arequipa (Antonio de Calancha, Crónica moralizadora) .
Según la segunda, fue el Inca Mayta Capac quien, después de haber sujetado a su imperio la provincia de los Collaguas, hizo alto en el valle de Arequipa, y considerando la fertilidad del sitio, la templanza del aire, acordó pasar muchos indios de los que había conquistado, para poblar este valle. Y dándoles a entender la comodidad del sitio, el provecho que se les seguiría de poblar y gozar esta tierra, sacó más de tres mil casas y con ellos fundó cuatro o cinco pueblos, dejando en ellos Gobernadores. Esta es la versión del Inca Garcilaso. Respecto al significado del nombre de Arequipa, el cronista aventura el de «trompeta sonora" (Comentarios Reales I,III,IX). En la duda, Ventura Trabada y Córdoba, autor de El suelo de Arequipa convertido en cielo, resuelve: si allá la lira de Apolo edificó los muros de Troya, aquí la condescendencia del monarca pudo haber hecho las veces de trompa para dar principio a la fundación de Arequipa (Ventura Trabada y Córdoba, El suelo de Arequipa convertido en cielo).
Juntando ambas historias, Flora Tristán elabora su propia versión de la fundación mítica de Arequipa. Según ésta, el Inca Mayta Capac, soberano de la Ciudad del Sol, fue destronado y tuvo que huir por las cimas heladas de la cordillera acompañado por algunos de los suyos, hasta que al cuarto día, rendido de fatiga, muriendo de hambre y de sed, se detuvo al pie del Volcán. De repente, cediendo a una inspiración divina, Mayta plantó su dardo y exclamó: ¡Arequipa!, palabra que significa: Aquí me quedo... y en torno de su dardo, sobre los flancos de un volcán rodeado de desiertos por todos lados, los hombres agruparon sus habitaciones. (Flora Tristán, Peregrinaciones de una paria). Así, la escritora recrea el mito de fundación incaica, convirtiendo la barra de oro de Manco Capac en el dardo que el héroe fundador planta esta vez en tierra arequipeña, y dando al término Arequipa el significado más contundente de Aquí me quedo, que enuncia cierta predilección divina por este suelo.
Para los historiadores, sin embargo, Arequipa es más antigua de todo eso, porque cuando los Incas arribaron a estas tierras ya estaban construidas las primeras andenerías y los campos reverdecían bajo su eterno cielo azul. Entonces Arequipa albergaba numerosas colonias provenientes del valle del Colea, del Altiplano y del sur del Cusco, que convivían pacíficamente. En el medio de este «oasis multiétnico» se hallaban los habitantes autóctonos de Arequipa, los Yarabayas, que tenían su poblado principal en la ribera alta de San Lázaro. Cuenta una leyenda que antes del Inca Yupanqui hubo una terrible explosión volcánica, que acabó con todos los habitantes de! valle. Solamente sobrevivió un grupo de nativos yarabayas, que junto con sus mujeres e hijos habían ido al Cusco para cumplir con la mita que estaban obligados, y que al volver levantaron nuevamente sus viviendas, tambos, acequias y sementeras (Martín de Murúa. Historia del Origen y Genealogía Real de los Reyes Incas del Perú).
En cuanto al fundador mítico de Arequipa, si no fue Mayta. Capac, como sostienen todos los historiadores, el honor en todo caso correspondió a uno de sus descendientes del Ayllu Real del IV Inca, al que se le encomendó la conquista del Contisuyo, en el curso de la cual arribó al valle de Arequipa, posiblemente a mediados del siglo XV, estableciéndose en el poblado yarabaya de San Lázaro. Esto en razón de que eran tal vez los únicos habitantes asentados permanentemente en el valle, ya que los demás eran emigrantes y estaban atados no sólo económica y políticamente a sus comunidades madres, situadas a veces en lugares muy lejanos, sino también emotivamente, ya que allá se encontraban sus dioses Apus y sus antepasados. En este sentido podría decirse que e! valle de Arequipa esta.ba entonces deshabitado, ya que era tan poca la gente que tenía su corazón verdaderamente afincado en el lugar. Es el héroe fundador, entonces, quien le da vida comprometiendo para siempre el afecto de sus habitantes.
Notas.-
[i] Este documento, ha sido extraido de la revista Apóstrofe N° 1, es una revista universitaria de Investigación, su director es el señor Wilard Díaz, marzo 2000, Arequipa
[ii] César Delgado Díaz del Olmo es autor de Garcilaso: Diálogo de los mundos (1994) y Hybris. Violencia y mestizaje (1997)
Estos Anales estaban destinados una improbable Enciclopedia de Arequipa que se publicaría en Europa el próximo año
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